Emperador romano procedente de una familia hispana de Itálica (cerca de Sevilla), quedó huérfano a los ocho años y recibió una esmerada educación bajo la protección del emperador Trajano.
Bajo su reinado, el imperio floreció en paz y prosperidad. Estimuló las artes, reformó las leyes, afirmó la disciplina militar y visitó todas las provincias en persona.En muchos de los lugares que visitó, Adriano inauguró edificios, monumentos, caminos y construcciones diversas. Prodigó fiestas a su paso, dejando por doquier claras inscripciones con su nombre y muchas estatuas, de las que se conservan más de ciento cincuenta. Embelleció con teatros y obras de ingeniería muchas ciudades, como la hermosa Itálica, la ciudad de su familia y de la de Trajano. Celebró numerosos juegos en el circo y representaciones en los teatros.
Desde sus jardines y sus habitaciones con vistas, el melancólico Adriano sentía acercarse la muerte, e incluso intentó en vano suicidarse. Entre tanto en Roma crecía el resentimiento hacia su persona, refinada y voluble, misteriosa para muchos romanos.
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